domingo, 22 de octubre de 2023

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 56° Parte

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 56° Parte

Continuación…

No deberíamos arriesgarnos a agotar la paciencia de Dios por el pecado, cualquiera sea este, sino arrepentirnos prontamente para ser limpios tal como recalca la Palabra. El arrepentimiento genuino va acompañado de conversión o lo que es lo mismo un cambio de ruta, es decir no continuar viviendo en el pecado. Podríamos caer de nuevo, pero hemos de levantarnos y aborrecerlo; eso es la diferencia de aquel que está en Cristo a otro que se deleita de vivir de continuo en el pecado y no hace nada ni se duele por la maldad.

La Palabra habla de un pecado que no es de muerte (1°Juan 5: 17), pero también dice que la paga del pecado es la muerte (Romanos 6: 23). Parece una contradicción, pero no lo es.

Entonces, ¿Cómo compaginamos ambos versículos?

De nuevo, no se trata de pecado grande por el cual no tendríamos duda que merece la pena de muerte, y/o pecado pequeño que podría pasar por alto y no dañarnos. Por supuesto que no. He allí el error de la interpretación religiosa de tanto tiempo en muchos. Todo pecado mata y eso es ineludible según la Palabra. Pero en vez de utilizar una cinta métrica para medir su tamaño, hemos de considerar por sobre todo su gravedad y la durabilidad de su permanencia que es al final lo que causa el daño.

Al principio, muchos pecados parecen inofensivos y los aceptamos. Los hacemos parte de nuestra vida como si nada. Claro..., hasta podríamos morir sin haber dado cuenta de ellos y le aseguro que no nos perderíamos eternamente por ellos porque su daño no fue todavía tan evidente. Entonces ya que no nos perdieron, son pecados que no fueron de muerte. Todos los tenemos; todos seguimos siendo pecadores por ellos, pero no nos pierden. Usted sabe que hay muchas cosas buenas pero aún así no hace mucho de esas cosas y dice la Palabra que eso es pecado. 

Entonces el pecado por pequeño que sea siempre produce pérdida. Sí perdida de bendiciones en esta vida y galardones y honores en la presencia del Señor, pero no alcanzan para pérdida de salvación. Llegaremos al cielo siendo unos descuidados y creo que a nadie le gustaría aparecer en el Tribunal de Cristo como un ignorante pasivo de los preceptos del Señor. Entre los salvos, cada uno recibirá según hizo estando en esta vida, lo sabemos.

Continuará…