sábado, 27 de julio de 2024

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 96° Parte

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 96° Parte

Continuación…

¿Qué experiencia de vida tendremos una vez que cerremos los ojos en esta existencia actual?

Esa tendrá todo que ver con aquella que decidimos vivir en esta: con o sin Dios. En otras palabras, si Dios no fue nuestra Vida en esta existencia actual, tampoco lo será en la próxima. Y ya que Dios no fue nuestra Vida en esta etapa por decisión propia de cada cual, en la próxima estaremos separados de ella ya, en definitiva, lo que nos convertirá ineludiblemente en perdidos eternos. Y si eso nos sucede, esa sí que será la mayor tragedia que nos podría o le podría acontecer a usted. No poder nunca más contar con Dios y quedar por toda la eternidad bajo su displicencia u olvido.

Lo crea o no, en esta existencia todos, buenos o malos, creyentes o inconversos, hijos de Dios o enemigos de Él, sin excepción contamos con el abrigo de Dios, independientemente si creemos o no en Él.

Aunque no lo conozcamos en esta etapa de vida actual, gozamos de sus favores, de su atención si en algún momento sentimos la necesidad de llamarlo, de todo lo que Él otorgó a su creación, de su lluvia, de su sol, de las oportunidades las cuales son incontables.

Todo eso lo recibimos tan solo porque somos una criatura más en este mundo, su creación, dotada de toda clase de bendiciones dadas por Él.  Logramos vivir y disfrutar de lo que queramos y hacemos lo que bien nos place. Podemos vivir de buena o mala manera según decidamos y existir aquí sin tomar en cuenta a Dios para nada si así lo queremos.

De la misma forma tenemos inclusive la oportunidad de reconocer nuestra necesidad de Dios y ser salvos por Él, todo en esta etapa de nuestra existencia. Más por cruzado el umbral de la muerte, tendremos lo que decidimos en relación a Dios y nada más.

La muerte para quien no conoce a Dios sí que es una tragedia, una enorme y triste tragedia sin precedentes que nadie alcanza ni siquiera a imaginar. Será cerrar los ojos aquí y abrirlos experimentando por primera vez en la existencia estar sin su abrigo. Eso no tiene forma de expresarse ni describirse.

Continuará…


 

domingo, 21 de julio de 2024

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 95° Parte

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 95° Parte

Continuación…

Así que la labor de esa entidad es efectiva para todo ser vivo en este mundo desde el principio y hasta el final, incluyéndonos. Nos herirá en algún momento, cuando le sea dada la orden de hacerlo y terminaremos nuestro paso por acá. Valga aclarar que no está representado en la biblia como un esqueleto con un manto negro y una hoz en la mano. Eso es producto de la “creatividad” humana.

Alguien podría decir que hay muchas personas que provocan su propia muerte o que esta llega de manera fortuita sin que intervenga ningún ser creado…, pero ¿Quién puede asegurar si no será el toque hiriente o accionar de ese espíritu el que reordena las circunstancias para llevar a la persona a su final? ¿Quién puede negar tajantemente si no es por su toque hiriente que se “rompe” este cuerpo para que finalmente escape la vida que volverá a Dios y nosotros que iremos al lugar que nos toque?

Todos sabemos que estamos vivos, pero nadie puede dar por hecho el próximo instante. 

Nuestra existencia aquí puede terminar en cualquier momento estemos conscientes de ello o no, y cuando nuestro cuerpo ya no viva más, nosotros continuaremos vivos y con raciocinio, percibiendo con nuestros sentidos en la próxima etapa. Ahora perteneceremos a esa dimensión eterna.

Seremos plenamente conscientes de que entramos a otra forma de existir; solo que ésta será para siempre en la Luz de Dios o eternamente separados de ella.

Por más oraciones, misas, o rituales que le hagan cuando muera, o le continúen haciendo días, meses o años después, no cambiarán en nada su nueva realidad ni aquello que usted decidió en vida y que fue lo último que tenía cuando le sobrevino la muerte.

Continuará…


domingo, 14 de julio de 2024

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 94° Parte

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 94° Parte

Continuación…

Por otra parte, no debemos dejar de lado algo igualmente importante que requerimos saber. Una cosa es la muerte como experiencia que nos espera a todos los vivos y otra cosa es quién la causa, de dónde proviene o cómo opera, porque la biblia presenta a uno o un ejército de entes espirituales (ángeles) quienes reciben autoridad de impregnar mortandad y terminar la vida en esta dimensión a hombres y animales en algunos eventos definidos. Más no según su propia voluntad sino según la voluntad de la máxima autoridad que existe: Dios.

No hablo de un ángel de la muerte como algunos dicen, pues la biblia no menciona tal. Sin embargo hay argumento bíblico interesante que nos hace pensar en la muerte no como algo abstracto sino como un ente creado para infringirla. En 1° Corintios 15: 26 Pablo se refiere a ella como un enemigo (el último) que será derrotado, compaginado con otro en Apocalipsis que veremos adelante.

Entonces, ya que Dios es el creador de la vida, Él es el único que tiene la autoridad de brindarla y de retirarla. Y según la Palabra, Él decide cuándo un ser vivo debe morir. Y como Él tiene dicha autoridad, la cede a quién Él quiere para que acabe la vida conforme su designio Supremo.

(Por cierto, se ha dicho erradamente que la vida es un regalo, cosa que no es verdad. Entendamos que la vida no es nuestra, no nos pertenece como para hacer con ella lo que nos venga en gana lo cual es una afrenta a su dueño y Creador. Es un préstamo que se nos retira cuando morimos.)

La muerte es provocada por un heridor proveniente de Dios conforme el libro del Éxodo (Éxodo 12: 23) y destructor o destructores (ejército de ángeles según el Salmo 78: 49-51). Ver también 2° Samuel 24: 15-17; 2° Reyes 19: 35; 1° Corintios 10: 10. Y como decíamos antes, a la muerte se le define como una entidad que inclusive será echada en el lago de fuego eterno a donde llegarán finalmente todos los perdidos, los ángeles que pecaron (los demonios), el diablo y todo ser malévolo según Apocalipsis. 20: 14, para ser atormentados en ese sitio eternamente. 

Continuará…


domingo, 7 de julio de 2024

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 93° Parte

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 93° Parte

Continuación…

La mayor exactitud de lo que deberíamos saber respecto a la muerte, es lo proveniente de la boca del Señor. Esa es la palabra más autorizada que pudiéramos recibir y en la cual confiar para con seguridad conocer lo que es cierto. ¿Por qué? Porque como ya dijimos él murió, resucitó y estuvo entre nosotros cuando regresó a la vida por 40 días, ascendió al cielo y vive todavía. Además, tiene en sus manos el poder de dar la Vida a quien él quiera y la prometió a quienes le siguen. Esto es lo más seguro que usted podrá escuchar en sus oídos en toda su existencia. Su Palabra (la biblia) es la única y mejor referencia que tenemos.

Nuestros conceptos de la vida y de la muerte distan mucho de lo que realmente son. La vida es una persona… ¡Cristo! y trasciende a lo que pudiéramos experimentar únicamente en este pequeño lapso de nuestra existencia, trasciende a la eternidad. Y la muerte no es necesariamente la ausencia de vida como dicen muchos, sino un cambio en el existir en que o se experimentará la vida por siempre o la separación eterna de Dios llamada por cierto muerte eterna.

Si alguien cree que la muerte es un estado inerte, cree la mitad; cree solo lo que está a la vista. Sí, el estado inerte del cuerpo es un hecho cuando se muere, pero el alma (la persona) es otra cosa.

Si alguien cree que la muerte del alma es el estado inconsciente total en que nada se sabe, cree mal, porque la muerte del alma se refiere a la separación de la Vida que sustentaba o abrigaba a esa alma desde que fue creada. Significa quedar sin ese abrigo experimentando la existencia sin dicho sustento (horrible e indescriptible). Cristo lo llamó: la destrucción del alma (Mateo 10: 28); lo que en otras palabras describe el sufrir una ruina terrible y permanente, no la inexistencia. Esto debe hacernos meditar porque, aunque muchos intenten acallar esta verdad, sabemos muy en nuestro interior que somos eternos y algo nos sucederá luego de morir.

Dejaremos este cuerpo que ahora nos contiene e iremos a alguna parte en total consciencia de lo que nos está ocurriendo, pero sin relación con este lado que acabamos de abandonar. Ya no tendremos arte ni parte con este lado de la vida. Finalmente sabremos si ganamos o perdimos la oportunidad. Cada quien afrontará su propia verdad.

Continuará…