Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 96° Parte
Continuación…
¿Qué experiencia de vida tendremos una vez que cerremos los ojos en esta existencia actual?
Esa tendrá todo que ver con aquella que decidimos vivir en esta: con o sin Dios. En otras palabras, si Dios no fue nuestra Vida en esta existencia actual, tampoco lo será en la próxima. Y ya que Dios no fue nuestra Vida en esta etapa por decisión propia de cada cual, en la próxima estaremos separados de ella ya, en definitiva, lo que nos convertirá ineludiblemente en perdidos eternos. Y si eso nos sucede, esa sí que será la mayor tragedia que nos podría o le podría acontecer a usted. No poder nunca más contar con Dios y quedar por toda la eternidad bajo su displicencia u olvido.
Lo crea o no, en esta existencia todos, buenos o malos, creyentes o inconversos, hijos de Dios o enemigos de Él, sin excepción contamos con el abrigo de Dios, independientemente si creemos o no en Él.
Aunque no lo conozcamos en esta etapa de vida actual, gozamos de sus favores, de su atención si en algún momento sentimos la necesidad de llamarlo, de todo lo que Él otorgó a su creación, de su lluvia, de su sol, de las oportunidades las cuales son incontables.
Todo eso lo recibimos tan solo porque somos una criatura más en este mundo, su creación, dotada de toda clase de bendiciones dadas por Él. Logramos vivir y disfrutar de lo que queramos y hacemos lo que bien nos place. Podemos vivir de buena o mala manera según decidamos y existir aquí sin tomar en cuenta a Dios para nada si así lo queremos.
De la misma forma tenemos inclusive la oportunidad de reconocer nuestra necesidad de Dios y ser salvos por Él, todo en esta etapa de nuestra existencia. Más por cruzado el umbral de la muerte, tendremos lo que decidimos en relación a Dios y nada más.
La muerte para quien no conoce a Dios sí que es una tragedia, una enorme y triste tragedia sin precedentes que nadie alcanza ni siquiera a imaginar. Será cerrar los ojos aquí y abrirlos experimentando por primera vez en la existencia estar sin su abrigo. Eso no tiene forma de expresarse ni describirse.
Continuará…