Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 93° Parte
Continuación…
La mayor exactitud de lo que deberíamos saber respecto a la muerte, es lo proveniente de la boca del Señor. Esa es la palabra más autorizada que pudiéramos recibir y en la cual confiar para con seguridad conocer lo que es cierto. ¿Por qué? Porque como ya dijimos él murió, resucitó y estuvo entre nosotros cuando regresó a la vida por 40 días, ascendió al cielo y vive todavía. Además, tiene en sus manos el poder de dar la Vida a quien él quiera y la prometió a quienes le siguen. Esto es lo más seguro que usted podrá escuchar en sus oídos en toda su existencia. Su Palabra (la biblia) es la única y mejor referencia que tenemos.
Nuestros conceptos de la vida y de la muerte distan mucho de lo que realmente son. La vida es una persona… ¡Cristo! y trasciende a lo que pudiéramos experimentar únicamente en este pequeño lapso de nuestra existencia, trasciende a la eternidad. Y la muerte no es necesariamente la ausencia de vida como dicen muchos, sino un cambio en el existir en que o se experimentará la vida por siempre o la separación eterna de Dios llamada por cierto muerte eterna.
Si alguien cree que la muerte es un estado inerte, cree la mitad; cree solo lo que está a la vista. Sí, el estado inerte del cuerpo es un hecho cuando se muere, pero el alma (la persona) es otra cosa.
Si alguien cree que la muerte del alma es el estado inconsciente total en que nada se sabe, cree mal, porque la muerte del alma se refiere a la separación de la Vida que sustentaba o abrigaba a esa alma desde que fue creada. Significa quedar sin ese abrigo experimentando la existencia sin dicho sustento (horrible e indescriptible). Cristo lo llamó: la destrucción del alma (Mateo 10: 28); lo que en otras palabras describe el sufrir una ruina terrible y permanente, no la inexistencia. Esto debe hacernos meditar porque, aunque muchos intenten acallar esta verdad, sabemos muy en nuestro interior que somos eternos y algo nos sucederá luego de morir.
Dejaremos este cuerpo que ahora nos contiene e iremos a alguna parte en
total consciencia de lo que nos está ocurriendo, pero sin relación con este
lado que acabamos de abandonar. Ya no tendremos arte ni parte con este lado de
la vida. Finalmente sabremos si ganamos o perdimos la oportunidad. Cada quien afrontará
su propia verdad.
Continuará…