Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 94° Parte
Continuación…
Por otra parte, no debemos dejar de lado algo igualmente importante que requerimos saber. Una cosa es la muerte como experiencia que nos espera a todos los vivos y otra cosa es quién la causa, de dónde proviene o cómo opera, porque la biblia presenta a uno o un ejército de entes espirituales (ángeles) quienes reciben autoridad de impregnar mortandad y terminar la vida en esta dimensión a hombres y animales en algunos eventos definidos. Más no según su propia voluntad sino según la voluntad de la máxima autoridad que existe: Dios.
No hablo de un ángel de la muerte como algunos dicen, pues la biblia no menciona tal. Sin embargo hay argumento bíblico interesante que nos hace pensar en la muerte no como algo abstracto sino como un ente creado para infringirla. En 1° Corintios 15: 26 Pablo se refiere a ella como un enemigo (el último) que será derrotado, compaginado con otro en Apocalipsis que veremos adelante.
Entonces, ya que Dios es el creador de la vida, Él es el único que tiene la autoridad de brindarla y de retirarla. Y según la Palabra, Él decide cuándo un ser vivo debe morir. Y como Él tiene dicha autoridad, la cede a quién Él quiere para que acabe la vida conforme su designio Supremo.
(Por cierto, se ha dicho erradamente que la vida es un regalo, cosa que no es verdad. Entendamos que la vida no es nuestra, no nos pertenece como para hacer con ella lo que nos venga en gana lo cual es una afrenta a su dueño y Creador. Es un préstamo que se nos retira cuando morimos.)
La muerte es provocada por un heridor proveniente de Dios conforme el libro del Éxodo (Éxodo 12: 23) y destructor o destructores (ejército de ángeles según el Salmo 78: 49-51). Ver también 2° Samuel 24: 15-17; 2° Reyes 19: 35; 1° Corintios 10: 10. Y como decíamos antes, a la muerte se le define como una entidad que inclusive será echada en el lago de fuego eterno a donde llegarán finalmente todos los perdidos, los ángeles que pecaron (los demonios), el diablo y todo ser malévolo según Apocalipsis. 20: 14, para ser atormentados en ese sitio eternamente.
Continuará…