lunes, 19 de agosto de 2024

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 99° Parte

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 99° Parte

Continuación…

Si el hombre estando en la condición caída y pecaminosa ha podido desarrollar ciudades que nos impresionan, ¿Cómo será esa, salida de las mismísimas manos del hacedor del Universo? Indescriptible sin ninguna duda.

Ahora, si nos situamos en el proceso mismo de morir, no es realmente lo que nos ocurre tiempo antes de que muramos o inclusive al momento mismo de morir. Empezamos a morir desde que somos concebidos en este mundo. Biológicamente todo ser vivo comienza a envejecer desde que inicia su vida. Quizá por eso se ha dicho que morir es parte del vivir, deducción que en realidad no consideramos tan acertada ni apegada a la verdad.

El problema es que se nos ha vendido la muerte como lo desconocido y misterioso que nos espera en algún momento de esta vida porque las separamos dejando una seguida de la otra. Más eso es incorrecto. La vida y la muerte no se mezclan ni son lo mismo, son totalmente opuestas una de la otra, solo viajan paralelamente en esta existencia y con ambas tenemos que ver. Porque la muerte no nos llega necesariamente hasta que hayamos vivido mucho, realmente está allí latente para tocarnos en cualquier momento desde el mismo momento que ya somos parte de este mundo.

Con todo, el cuándo y cómo moriremos, está solo en las manos del Señor, así como la seguridad de la Vida eterna que sólo Él nos puede dar.

Nadie por más sabio líder, por más carismático o místico, por más ejemplar en su modo de vida o disque sabido de los misterios, te puede asegurar ni mucho menos entregar la Vida eterna después de esta vida porque finalmente todos murieron o morirán y allí quedarán sus cuerpos en sus tumbas y ellos (sus almas) en el sitio que se merecieron conforme a la elección que tomaron en esta vida respecto al Dios vivo y verdadero. Ellos no poseen la Vida eterna en sí mismos como suya porque no tienen la autoridad para manipularla como sí la tiene Cristo. Sus carismas y sabidurías nada podrán hacer por ellos.

Continuará…