domingo, 13 de octubre de 2024

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. Parte 107

 

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. Parte 107

Continuación

Si eso hubiese quedado así, el daño no hubiese sido tanto porque el solo hecho de hacerlo de esa forma ya representaba un daño. No la presentación de un Salvador por supuesto lo que es vital en la evangelización, sino el tema de “introducir” gente a un nuevo movimiento. El problema es que esa forma hacía necesario poner números al crecimiento y entonces vinieron las boletas de conversión de quienes optaban por cambiarse de la creencia religiosa en la que estaban a una nueva. El seguimiento ya era más personalizado con direcciones de las casas en que vivían para asegurarse la pertenencia de aquellos nuevos convencidos.

Y si la obtención de nuevos “creyentes” se daba en las iglesias que ya empezaban a proliferar (porque sin duda debía seguirse la tradición de unos ministros profesionales que estuviesen a cargo de las diferentes agrupaciones las cuales debían tener ya sendos edificios donde congregarse a los que llamaron iglesias), la situación no era para nada diferente. También se les brindaba seguimiento para asegurarse su verdadera integración a esos grupos.

Así que el tal levantar la mano, pasar adelante para hacer una oración de arrepentimiento prefabricada, no era solo y expresamente para que la persona se encontrara con Dios, sino para no perderlo de vista y asegurarse el “atraparlo” a toda costa ayudándose con una boletita de compromiso.

Jamás se lo dirían, pero se sigue con el mencionado protocolo de “levante su mano y pase a aceptar a Cristo”. Si usted lo hace y se mantiene en dicha agrupación como miembro fiel que asiste de forma regular, ofrenda, diezma, sirve y anda la biblia bajo el brazo, eso es típico de alguien que está salvo y es un creyente verdadero. Así es dentro del ámbito evangélico.

“De ninguna forma”, dirá alguien por allí. “Tiene que hacer un curso bautismal y bautizarse, de lo contrario anda en desobediencia”. Vaya… sí, por supuesto. Faltaba el bautismo al nuevo estilo evangélico.

Continuará…