sábado, 8 de agosto de 2015

Versículos… ¿controversiales? 12° parte


Versículos… ¿controversiales?  12° parte
Escrito autóctono

Continuación…


“La iglesia está organizada como una empresa. Note que hay administradores en ella. 1° Cor. 4: 2; 12: 28”.

1° Cor. 4: 2 “Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel.”

1° Cor. 12: 28 “Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas.”


¿Por qué digo con tanta convicción que la administración que se menciona en los pasajes bíblicos no está en ninguna manera ligada al concepto “empresa” como lo conocemos hoy?

Sencillamente porque lo que llamamos empresa como tal en nuestra época, es una figura y producto del sistema de negocios modernos, total y ajenos a la Palabra de Dios. No hay “empresas” conceptuadas del siglo 20 o 21 en la Biblia cuyo último libro se escribió hace 2000 años.

Quien escribe ambos pasajes es Pablo, fabricante de tiendas, pero eso no lo convierte en un empresario a la manera de la perspectiva actual.  Lo que hacía era más un trabajo para subsistir, tipo artesano y mercader a pequeña escala, no como dueño de  una “compañía” interesado en comercializar un producto para fomentar un capital. De hecho él mismo menciona en sus escritos que lo que obtenía por esa actividad, lo invertía básicamente en las necesidades personales y de quienes le acompañaban. Ese era todo su interés. Ni siquiera amasaba un capital. Tampoco vemos a Pablo en ningún momento valiéndose de su experiencia manufacturera y las formas de administrar su “negocio” para reproducirlas y aplicarlas a las funciones que realizaban los hermanos en la congregación.  

La administración en la casa de Dios que nos mencionan estos pasajes, no tiene en lo absoluto nada que ver con mercadotecnia, estrategias bursátiles, ni cosa que se le parezca. El administrar, aclara 1° Cor. 4: 1; se refiere a los misterios de Dios. No se habla jamás de un  puesto de operación dentro de un organigrama eclesiástico sino de un don impartido por el Espíritu, como lo vemos claramente en el capítulo 12 versículos 1 y 28 de la misma carta;  todo en el contexto de temas espirituales, nada material. Es decir, nadie se sentía como si estuviese en algún tipo de negocio al ser parte de la iglesia; nadie se tomaba la iglesia para hacer negocios personales o particulares en forma alguna, ni jamás hizo las veces de una entidad empresarial,  la que en definitiva sí requiere ese tipo de tratamiento organizacional.

Tito 1: 7 y 1° Pedro 4: 10 ahondan y terminan de clarificar las características de esta clase de administración; se administra un don que se ha recibido, no es propio. Como administradores de Dios, sabemos de nuevo que quien posee el mando es Cristo, Él es el Jefe de su casa, pero ha asignado por el Espíritu Santo a los creyentes el atender los diferentes asuntos, principal y mayormente los de índole espiritual. Nadie los consideraba propios ni realiza su función a criterio personal puesto que ya estaba establecido el criterio y “las reglas del juego” por parte del Señor de la casa. Todos funcionaban de acuerdo a esas reglas.


“La imposición de cosas en la iglesia de unos hermanos sobre otros es bíblica: Hch. 15: 28”

Hch. 15: 28: “Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias:”


¿Qué asunto se está tratando en el pasaje? La disyuntiva de judaizar o no a los gentiles para establecer qué debían observar conforme a la nueva fe.

¿Por qué era tratado en Jerusalén? Porque allí había sido el lugar en que comenzó todo el nuevo movimiento del Camino y se encontraban aquellos que habían estado más cerca de Jesús. Además Jerusalén era el centro más importante de esta nueva fe.

¿Se convirtió este en un concilio administrativo que dictaba órdenes a las iglesias? No, su realización fue única y exclusivamente para el fin que trataba y no se dio ninguna otra de nuevo o al menos no se registra en la Palabra.

¿Por qué se dio en condiciones de imposición la decisión tomada? Por la necesidad y urgencia del momento, el Espíritu Santo la respaldó y fue recibida con gozo.

¿Este tipo de imposición sobre los hermanos es sana? En lo concerniente a la buena doctrina, a los mandamientos de Dios y su voluntad, es necesario ser firmes y establecerlos con toda vehemencia. Así lo hizo Cristo, los apóstoles y se ve claramente en la vida de los colaboradores apostólicos y dirigentes de la iglesia en todas las regiones. (Tito 2: 1 y 15; 3: 8). Esta firmeza se hace necesaria para derribar todo cuanto se levanta contra el conocimiento y gracia del Señor 2° Cor. 10: 5 y 6. Las puertas del Hades no prevalecerán frente a la iglesia del Señor. La razón por la que el Espíritu Santo “firma” avalando las disposiciones, es porque representan el corazón y voluntad de Dios. Esto no solo debe darse a conocer, sino que hay que establecerlo. No eran sugerencias, eran órdenes. El Concilio de Jerusalén no determina judaizar a nadie, solo tomar en cuenta ciertos comportamientos que sí debían quedar claramente definidos.

Muy contrario a lo que vemos hoy en cuanto a las disposiciones de muchos hombres que toman decisiones e implementan cosas en la iglesia que la Palabra nunca ha mandado y obligan a los miembros de la congregación a acatarlas. Los deseos y proyectos de los hombres, sus revelaciones particulares, todo cuanto se salga del propósito divino, puede sencillamente desecharse sin ningún problema no importa el “líder” o “investidura” que esté dictándolas o lo bueno que parezcan.

Es interesante notar el consenso general que había en ese concilio. Allí estaban los apóstoles, los ancianos y también se nombra a la iglesia en general. Esto nos dice cómo se deciden las cosas en la casa de Dios. Pero aunque estuvieran todos, si faltase el Espíritu Santo, de nada sirven las disposiciones. Más claro no puede hablarnos la Palabra.

Continuará…