lunes, 5 de septiembre de 2016

Adán y Jesús (21° Parte)



Adán y Jesús  (21° Parte)
Escrito autóctono

…Continuación:

Aquí es donde existe un punto doctrinal discordante de siglos que tiene a muchos enredados creyendo mal. Lo dije anteriormente. Me sorprende haber leído y escuchado a grandes siervos de Dios que creen en la literal Divinidad terrena de Cristo. Es decir, que el hijo de Dios nacido un día en un pesebre es Dios textualmente. Se canta dulcemente hasta en cantos de compositores cristianos que proclaman a aquel, como el niño Dios aunque no aceptan bajo ninguna circunstancia que María fuera madre de Dios (¿¿¿???). Es que pensar ambas como un hecho es contradictor.

Este razonamiento, fue pugna luego de los primeros 3 siglos del cristianismo simple en que no tenían ninguna disyuntiva basado en ello, pero que gracias a la “iglesia-estado” que vino después, generó concilios históricos que apuntaron la divinidad del niño como la que se debía creer y por ende posteriormente que su madre podía ser considerada la madre de Dios, implementándose como dogma que ha sido entre otras cosas detonante de innumerables sectas y más movimientos religiosos que no aceptaron este razonamiento durante los últimos 1700 años.

Pero comprender la Divinidad de Cristo no debería ser nada problemático pues la Escritura no nos lleva a confusión en ninguna parte. El asunto se tornó más en un choque de poderes e intereses religiosos que en otra cosa. Quizá hasta usted es parte de ese juego humano de querer interpretar la Palabra de Dios desde la perspectiva humana lo que es inverosímil pues ella ha de ser comprendida desde un espíritu vivo y no muerto como luce en la raza humana común.

¡Jesucristo es Eternamente Divino!; ¡Él es Dios Eternamente!; pero ello ha de comprenderse desde la perspectiva eterna, no desde el ínfimo segmento de nuestra dimensión de espacio y tiempo para la cual hace una excepción con el fin de hacerse hombre. No existía otra forma para poder cumplir con su obra de redención.
                                
Jesús como Dios literalmente, no podría haber sido tentado (Santiago 1: 13). Tampoco podría pecar; pero haciéndose hombre se sometió a la total capacidad de pecar siendo como cualquiera de nosotros. Caso contrario no leeríamos nunca en los evangelios que el enemigo se acercara a tentarle para que pecara. Pensarlo de otra forma es ignorar la Palabra.  

Recordemos este principio: se comete pecado cuando se peca y al pecar, condena al pecador. Y Jesús nunca pecó.

Comprender esta verdad de la Palabra nos comienza a enseñar entonces que el Jesús Divino (Dios-hombre), nunca existió, no podría haber existido ni estuvo en el plan de Dios venir a nosotros como tal. Así que el Verbo Glorioso, el Eterno Dios, en su revelación humana como Jesús en nuestra dimensión, no fue Dios. Pero espere, no se escandalice sin razón.

Es necesario continuar aclarando la mala interpretación que por siglos se le ha dado a la Palabra insistiendo que Jesús (el Cristo hecho hombre) es Dios.


Continuará…