domingo, 8 de enero de 2017

Conocer a Dios pero… ¿nos conoce Él? (2° parte)



Conocer a Dios pero… ¿nos conoce Él?  (2° parte)
Escrito autóctono

Continuación…

Si lo vemos respecto a la iglesia, el igle-crecimiento moderno es el mejor ejemplo de ese proceso calculado. El liderazgo de hoy corre tras el éxito ministerial el cual esta proporcionalmente relacionado con el crecimiento numeral. Éste genera mayor ingreso; y a mayor ingreso, mayor estatus. Así que lo que se piensa y se cree es una obra de fe, conlleva un beneficio personal nada despreciable. Obtener respeto, nombre; para no pocos si ese “trabajo” no les remunera, sienten “otro llamado” a algo que sí.

Podríamos estar engañados pensando que tenemos fe y en realidad ni conocerla. Millones están en esa condición.

Esa quizá es la gran diferencia de creer que se es parte de la casa del Señor y serlo en realidad porque Dios nos añadió a ella.

La Palabra recalca que Dios es quien añade a su pueblo y eso no tiene nada de relación con estrategias diseñadas para “alcanzar al mundo para Dios”. Él estableció la forma, pero nosotros hemos añadido, adornado y hasta cambiado la forma para según nosotros hacer lo que Dios quiere.

Eso lamentablemente es igual y se cumple de la misma manera en muchas áreas de nuestras vidas.

Pero la fe no va con lo que se ve (2° Corintios 5: 7).

En cierta forma Dios quiere que avancemos como con una venda en los ojos. Nuestra primera reacción natural al cubrirnos los ojos, es poner las manos de frente para palpar cualquier cosa y no colisionar con nada ni nadie alrededor y avanzar lentamente para asegurarnos de poner el pie sobre firme y no caer o golpearnos. Pero en realidad eso no refleja una actitud confiada como cuando tenemos los ojos descubiertos.

Increíblemente aún con todo y vista tropezamos y caemos.

Dios nos está pidiendo algo que no es natural.  Su deseo no es que nos hagamos daño -puede estar seguro-, sino que aprendamos a confiar. En la medida que confiemos somos revelados ante Él y Él nos conoce.

Continuará…