Una Nueva Forma
para vivir (1° parte)
Escrito Autóctono
La
carta a los hebreos, más que un mensaje dirigido a un pueblo específico (los descendientes
en la carne de Abraham), establece una nueva forma que debía quedar claramente
planteada para ellos a partir de la obra de Cristo Jesús el Señor, libre de
formas, fiestas, celebraciones, liturgias y figuras tan comunes en su expresión
religiosa, para dar lugar a algo diferente, a algo nuevo, a algo mejor.
Note
la cantidad de expresiones sobre ello que evidencia la carta: Hebreos
1: 4; 6: 9; 7: 19 y 22; 8: 6, 8, 10 y
13; 9: 23; 10: 34; 11: 16, 39 y 40.
Eso
por supuesto no solo pretendía dejarles en claro a ellos, sino también a
nosotros (los gentiles) cómo debía ser la nueva vivencia del pueblo de Dios,
conformado por creyentes pertenecientes a aquella línea genealógica y los que
no éramos receptores supuestos de esa herencia que por la fe en Cristo el Señor
ahora lo éramos también.
Esto
tiene más relevancia de lo que pensamos o inclusive se nos enseñó, porque
parece ser que en 20 siglos a partir de
la cruz, no hemos aprendido y continuamos conservando, practicando y guardando cosas
que nunca nos concernieron, y hasta los defendemos insistiendo en que era el
propósito de Dios restaurarlas entre nosotros. El Concilio de Jerusalén es
muestra de esta polémica situación y cómo fue resuelta (Hechos 15: 10, 24, 28 y 29).
Pablo nos insiste en esto mismo en Gálatas 2: 18 diciendo: “…si las
cosas que destruí -refiriéndose a las obras de la ley- las mismas vuelvo a
edificar, transgresor me hago.” Ver también Colosenses 2: 16-22.
Y
para los que incitan al judaísmo: Gálatas 5: 4 “De Cristo os
desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído”.
¡Cuán
ciegos y necios hemos sido!
No
me refiero solo a los que siguen una línea muy marcada en ese sentido, sino en
general, pues aunque la mayoría no lo hace, si han recurrido a revisar y
extraer ciertas prácticas y figuras del antiguo pacto para establecerlas en sus
reuniones y vivencias de forma literal dejando lo esencial (su sombra)
eliminado de tajo.
Porque
a la verdad en defensa de cosas que no nos correspondían, para colmo hemos
hecho malas copias generando unas costumbres híbridas rarísimas y encima santificándolas.
Como
si no bastara, se proclama con bombos y platillos ser la iglesia moderna,
receptora de la revelación divina, pero insistente en funcionar con ese híbrido
supuesto basado en el motor antiguo de los judíos.
Por
favor…!
Ni
somos judíos y lo que tenemos ni se parece a lo que ellos tenían.
Para
muestra un botón: ¿de dónde sacamos que debíamos estar construyendo templos
cuando todo un pueblo (el judío) tuvo solo uno?
¿Qué
más tiene que decirnos la Palabra y el Espíritu para seguir tradiciones y
conceptos antiguos cuando Dios en Cristo nos proveyó de mejores cosas?
Continuará…