domingo, 25 de junio de 2017

Una Nueva Forma para vivir (10° parte)

Una Nueva Forma para vivir (10° parte)
Escrito Autóctono

Continuación…

Aunque parezca que se está en el mayor de los olvidos, hay algo que se está gestando. Hay alguien que no se aleja. Su silencio no es sinónimo de abandono. Es sinónimo de su perfecta obra.

La visión volvió a repetirse o al menos eso creyó Saulo. Solo que esta vez pareció ser más real. Ahora hasta escuchó pasos que se acercaban a él y unas manos que se imponían sobre su cabeza. Ahora escuchó a un hombre hablando. Recordó que ya le había visto en visión anteriormente haciendo lo que estaba haciendo en este momento tal como en forma similar le había ocurrido a él. “Hermano Saulo” le dijo, cosa que le llamó la atención. Por qué alguien a quien nunca había conocido le llamaba hermano y más aún le había hallado. No podía verlo pero le estaba expresando cosas que sólo él conocía. Así que sin más se dejó llevar en silencio sin presentar ninguna oposición ni hacer ninguna pregunta. Ananías oró por él tal como lo había visto en su primer visión y de repente sintió que sus ojos se liberaron. Algo parecido a escamas se desalojaron de su vista y cayeron de sus ojos y pudo finalmente ver a aquel que oraba. Además continuó con algo que jamás se hubiese esperado. Le aclaró la experiencia que había tenido y le especificó el propósito por el cual le había sucedido. Hecho esto le dijo “Levántate y lava tus pecados”.

Ananías sabía que aquel hombre era instrumento escogido para una obra grande y solo debía acondicionar su vida desde allí significándole una partera. Como aquellas que se disponían a recibir un nuevo bebé en este mundo. Solo que en un proceso diferente, un hecho de connotación espiritual que contenía elementos visibles y audibles claros por parte del perdido: la confesión de los pecados invocando el nombre del Señor y el despojo de todo cuanto se era por medio de la purificación que provee la sangre del Cordero, testimoniándolo enseguida en las aguas bautismales.

¡Qué maravilla! El nuevo nacimiento del cual habló el Señor, en pleno; como un registro visual para nosotros de cuál era la forma para ingresar al reino.

Saulo de alguna forma ajena a él comprendió que de todo cuanto tenía o sabía, nada le servía. Todo lo que para él era de valor a partir de ahora quedaría en último plano. Todo cuanto era, sus actitudes, su fe, su pasión, sus acciones, todo debía ser desechado y lo que para él fue bueno y sagrado, ya no lo era; quizá y representaba más bien parte de su pecado.  De hecho ahora se avergonzaba de todo cuanto era. Había otro modelo a seguir. Comenzaba a conocer otros valores que le eran ocultos. Comenzó a experimentar un ámbito que hasta entonces le era totalmente desconocido. Empezó a ver con otros ojos. A sentir, a escuchar con otros sentidos. Ya no eran los físicos solamente, había sido habilitado interna e inentendiblemente.

Continuará…