domingo, 2 de julio de 2017

Una Nueva Forma para vivir (11° parte)



Una Nueva Forma para vivir (11° parte)
Escrito Autóctono

Continuación…

Propios y extraños comenzaron a notar algo diferente en él. El Saulo que conocían había muerto. Este parecía haber sido poseído o mudado a otro diferente.  Él les contaría a todos lo que le pasó pero antes de lanzarse de lleno al propósito que se le había dado a conocer, se maravillaba día a día de lo que significaba esta nueva existencia que tenía. Estaba dispuesto  una vez más a ser formado. Necesitaba crecer en esta nueva vida. Necesitaba ser adiestrado el tiempo que requiriera y aprender para que su llamado tuviese las bases sólidas.

Y pasó poco más de catorce años en ello, siendo formado a los pies ya no de un hombre sino del Maestro, en comunidad con sus nuevos hermanos.  Viviendo vida de iglesia con ellos en la sencillez del más humilde de los aprendices, no de alguien que tenía muchísimo conocimiento en todas las esferas que esbozar y que podría más bien haber enseñado mucho a quienes le rodeaban, humanamente hablando. Y de verdad que era un instrumento escogido. Lo demostró todo ese tiempo siendo un rostro más en la casa del Señor. Hasta que Dios lo llamó por medio de una revelación ya no como Saulo de Tarso sino como el apóstol Pablo quien con la determinación y pasión mostradas en su vieja vida, ahora llevaría hasta las últimas consecuencias y sin importarle aún su propia vida, el Mensaje del Evangelio encomendado al pueblo más difícil (su propio pueblo) pero peor aún… a los gentiles, aquellos a quienes jamás hubiese considerado estaban dentro del plan eterno de Dios. 

Creció con ellos, siendo niño jugó con ellos, aprendió mucho de su cultura, aprendió muchos de sus diferentes idiomas. Se comunicaba con ellos, les conocía, podía sentirlos. De hecho era ciudadano romano por nacimiento, aunque de sangre judía. Como judío para él los no judíos simplemente eran desdichados seres de la creación que no conocían al Dios único y verdadero ni podrían nunca acceder a nada de Él.  Pero ahora era diferente. Era el elegido para ir a ellos.

Sí, surgía el apóstol Pablo. Había ganado nuevos y genuinos amigos en contraste con quienes lo habían sido en el pasado que ahora lo odiaban y pretendían su muerte. Esta nueva vida traería cambios impensados y difíciles, pero él estaría dispuesto inclusive a morir por su nueva causa. Y en efecto, moriría un día por ella.

Ya no vivía en sus propios planes ni deseos, ahora se deleitaba en los de Cristo, ahora era Cristo en él.

Continuará…