domingo, 28 de abril de 2019

La Voluntad de Dios para mi vida (4° Parte)


La Voluntad de Dios para mi vida (4° Parte)
Escrito autóctono

Continuación…

El tema es que pensar en una voluntad de Dios para mi vida, me designa como su objetivo, y a todos aquellos que están también esperándola, su objetivo; en forma de un ideal para llevar a cabo su obra. Creerlo así es lo que percibo arrogante de nuestra parte, como quien se siente imprescindible para Dios.

Creo más bien que participamos en el propósito de la Voluntad de Dios, pero en un propósito que concurre, así como todos aquellos que leemos en la Palabra, pero no somos ni el medio ni mucho menos el fin de ese propósito. Tampoco preponderantes para que se consuma.  

¿Cuál es nuestro papel en la Voluntad de Dios?, lo ejemplarizo en la siguiente ilustración: Imagine a la Voluntad de Dios como la obra que se compuso para ser interpretada por una Orquesta sinfónica que tendrá a un solista violinista. Bien el autor de la Obra y director de la Orquesta es Dios, el solista es Cristo y los músicos que acompañan son los creyentes todos. La Obra no es compuesta para los músicos como un fin sino para el solista. Esta pretende que se muestre y resalte por sobre todos. La idea es que el solista se luzca, aunque haya también participando otros muchos violinistas, y muchos músicos más.

Ellos no son el objetivo de la obra, solo la respaldan en conjunto siendo parte del arreglo que el compositor diseñó.  La obra fue pensada por el autor de manera que todos los músicos concuerden; nadie hace lo que quiere pues la partitura está ya escrita y cada músico armoniza dentro del todo.

Imagine lo descoordinado e inentendible que sería armónicamente la presentación, si cada músico interpreta otra obra y no la que se ocupa.

Ahora bien, si pudiéramos escuchar a cada músico ensayando su parte individualmente, muy seguramente no entenderíamos la obra ni lograríamos identificarla. Pero cuando los escuchamos a todos con lo que hacen las diferentes secciones de la Orquesta, ya sea de percusión, cuerdas, trompetas, flautas, piano, todo; y escuchamos al solista hacer lo suyo, vemos que la obra tenía sentido y es majestuosa.

Otra vez, la obra no fue escrita centrada en los timbales, tampoco en la clave o los instrumentos de viento. El compositor no los hizo su objetivo. En su mente estos instrumentos participan de la obra y no la obra se funda en ellos.

Continuará…