domingo, 23 de junio de 2019

La Voluntad de Dios para mi vida (12° Parte)


La Voluntad de Dios para mi vida (12° Parte)
Escrito autóctono

Continuación…

El mundo perfecto que Dios quiso compartir con sus hijos está en el futuro, no fue el Edén que se vio afectado por el pecado como parte de esa Voluntad definida de antemano por Dios para cumplir su propósito eterno.

Más regresemos al presente. Usted me dirá: “¿Cómo es posible que la Voluntad perfecta de Dios transcurre normalmente en este mundo si las cosas caminan en forma tan caótica? No creo que en ello esté su Voluntad”. Más yo le digo que sí. ¿Por qué? Porque todo se encamina tal como Él ya lo planeó y hasta nos lo reveló con anticipación para alcanzar un objetivo o propósito ya definido. Su Voluntad sigue su curso.

Cuando el Señor es tentado en el desierto, Satanás intenta llevarlo conforme sus intenciones malévolas a que Él le adore y vemos la respuesta del Señor de forma certera: “Al Señor tu Dios adorarás y a él solo servirás” Lucas 4: 18. A veces no vemos el alcance de esta declaración porque el Señor no está solo respondiendo algo al maligno; está decretando como Señor que es, una orden sobre él y su reino. Y créame que el maligno no puede hacer nada fuera de la Voluntad y dominio de Dios y tanto él como todo su reino saben quién es Señor y no tienen otra salida más que obedecer. Así que Satán y todo su reino no actúan por voluntad propia, ni hacen lo que les plazca; todo su trabajo está supervisado y de previo diseñado para completar la Voluntad del Señor. ¡Gloria a Dios! Recordemos que de hecho él es un reo de condenación pues fue vencido y eso no ha cambiado. Dice la Palabra que él ya fue juzgado y condenado, solo está esperando que se aplique su condena eterna. Mientras tanto hace el trabajo sucio que bien sabe y debe hacer, (igual que desde el principio) consumando la Voluntad de Dios (su propósito eterno) en el proceso.

¿Sabe qué quiere finalmente Dios o es su Voluntad eterna y perfecta ya definida? Leámoslo (1° Corintios 15: 24-28 y Efesios 1: 9 y 10).

¡Sí, es Cristo!

Continuará…