domingo, 2 de agosto de 2020

El daño nefando que asesta la mala percepción de la autoridad (Parte 6)

El daño nefando que asesta la mala percepción de la autoridad (Parte 6)

 Continuación…

Israel el pueblo de Dios, dependía totalmente de Él habiendo recibido todas las reglas (mandamientos) que les dio para funcionar bajo el régimen del amor pero terminó legalizándolo, llevándolo al plano de la imposición y del cumplimiento obligatorio so pena de juicio y condenación (terror). Sin embargo al venir el Señor les modeló con su propia vida la forma en que se debían de vivir (Mateo 5: 17; 9: 13) principios que se rigen por amor evidentemente.

Ahora, si preguntamos ¿qué pretenden la mayoría de los sistemas de gobierno en el mundo con sus excepciones por supuesto?, vemos que -sin importar su ideología-, quieren que las cosas caminen con cierto orden y armonía; que los hombres se respeten entre sí, que haya un nivel aceptable de justicia ciertamente aunque esa justicia es en no pocos casos injusticia. Pero existen en alguna medida valores positivos pero con base humanista, más la idea de Dios va más allá; al corazón.

A Dios no le interesa que el hombre se porte bien y sea bueno y asunto terminado; le interesa que sea salvo de su condición de pecado porque peligra su eternidad en primera instancia ya que su afección alcanzó su esencia y como daño colateral: su exterior. (Mateo 16: 26) Así que le es imposible vivir en amor. Pero no el amor mundanal sino el celestial el cual es perfecto. A Dios le interesa que lo que viva sea genuino, no plástico, que sus logros vallan de la mano con su plenitud en todas sus facetas (3° Juan 1: 2)

Pero la paz tan requerida por todos, no es la de este mundo ni la puede dar, ni se le parece (Juan 14: 27). Es de otro sitio, de otra dimensión y funciona diferente porque es de un sistema de gobierno ajeno a este mundo.

Para el hombre, la paz por la que lucha se refiere a la ausencia de guerra o de protestas, el que no haya problemas; para Dios, es la del alma que se extiende a todas las áreas en que en verdad la necesita pero es inentendible para él. (Filipenses 4: 7)

Por ello es que -insisto-, Dios no quiso nunca que copiáramos los sistemas y formas de gobierno mundanal que están corrompidos, para aplicarlos en sus cosas ni en su casa, porque ya existía la forma de gobierno que debíamos de tener y es el del cielo. Jesús en su predicación habló de que el Reino de los cielos se había acercado y más tarde habló de que estaba entre ellos (Lucas 17: 20 y 21)

Continuará…