domingo, 25 de julio de 2021

Conversando con los pecadores 4°Parte

Conversando con los pecadores 4°Parte

Continuación

1° Juan 1: 7-10 y 2: 1 y 2 dejan ver que nosotros los creyentes no solo fuimos pecadores sino que lo continuamos siendo, esto porque todavía pecamos; entonces hemos de ponernos a nivel del pecador ni más, ni menos -ojo qué importante-. Si queremos alcanzar al pecador debemos tenerlo presente.

Lo primero y clave para conversar con los inconversos es comprender eso. El religioso se siente pulcro, intachable, con poses de santidad inmaculada, lo que levanta una barrera. Era tal como se sentían los Escribas y Fariseos en los tiempos de Cristo

Quizá no nos sintamos tan pecadores como otros pero en realidad no se es poco o más pecador sino solo pecador (Santiago 2: 8-11).

Ahora bien, se supone que debemos entender que no nos deleitamos en el pecado por lo que ya hay gran diferencia con respecto a aquel que  vive en él. Diría que pecamos muchas veces porque al final vivimos en un cuerpo impregnado de malos deseos y de pecado, cuerpo que reacciona débilmente ante la tentación y es algo que la Palabra nos llama a atender seriamente por medio del vivir en el Espíritu para que nuestra carne muera. Es totalmente tratable en el Señor y es el proceso diario de nuestra nueva Vida para que mengüemos y Cristo se muestre a través nuestro.

Hay quienes avanzan más pronto que otros en una vida de santidad pero en definitiva todos estamos en ese proceso.

Así que nos guste o no, no dejaremos de ser pecadores mientras estemos en este mundo y en este cuerpo. La verdad que cada día deberíamos ser menos pecadores. Tampoco esto es una excusa para pecar, conste. Lo único que hace la diferencia entre nosotros y alguien inconverso, es la obra gloriosa y regeneradora del Espíritu Santo. Somos nuevas personas que ya no se deleitan en ni practican el pecado que es la característica de alguien que no conoce al Señor. Usted y yo nos encontramos en un proceso de santificación por la gracia y misericordia del Señor. Nuestros pecados han sido lavados por la Sangre del Cordero y hemos sido perdonados de todo lo malo que hemos hecho, pero debemos mantener una constante actitud de arrepentimiento, humillación y limpieza ante el Señor, confesarle nuestros pecados presentes apartándonos de ellos para que ese proceso de santificación continúe desarrollándose en nosotros día a día.

continuará