domingo, 26 de diciembre de 2021

Las “tres partes” del hombre 14° Parte

Las “tres partes” del hombre  14° Parte

Continuación…

En otras palabras, el cuerpo halla un gusto en el pecado que le da placer y bienestar en él (similar al gusto que tiene nuestro paladar, el gusto y placer que encontramos en cosas que no son pecado como la comida, las experiencias sanas del amor, el descanso reparador del buen dormir, mitigar la sed, viajar, etc); solo que en ese caso es un deleite por todo cuanto se opone a los preceptos de Dios. Por ello es que nuestro corazón debe ser circuncidado eliminando espiritualmente “la piel” del pecado o dicho de otra manera cortando con él, tal como lo relata Col. 2: 11. 

El hombre sin Dios vive como esclavizado a su deseo carnal que realmente lo lleva prisionero a la destrucción. Lo mantiene a total merced de las tinieblas y el enemigo. Esto lo hace vivir en condenación y muerte pues sus acciones en esta condición le conducen a ese destino. El hombre es presa fácil y además es poseído por toda clase de espíritus malignos que lo rodean instándole hacia lo malo. Escuche qué interesante… espíritus que lo instigan para que usted opere en el mal.

Ojo, ningún ser humano es obligado o manipulado como si fuese un títere inanimado para hacer lo malo, esto es sin enterarse de sus acciones.

Lo acabamos de describir; el pecado se le plantea como un placer pero usted no es inconsciente de ello. Quien así lo piense estaría dando un derecho o poder a los espíritus malignos y al mismo diablo de manipularlo para hacer maldades; poder que no tienen.

Creer que un espíritu maligno puede controlar un cuerpo anulando la función del alma, nos puede llevar por lógica a designar inocente al hombre que cometió delitos porque un espíritu fue el culpable de hacer a ese cuerpo asesinar, robar, violar, destruir, y realizar toda clase de maldades. El hombre entonces sería sin culpa, pero eso no se respalda con ningún pasaje de la Palabra. Siempre que un espíritu del mal incitó a alguien, dicha persona permitió que su corazón se inclinara a hacer lo malo. Pero tuvo voluntad y decisión propia para proceder de mala manera.

¿Por qué? Porque  el hombre quiso pecar en algún punto de su existencia lo cual lo condena. Este hecho lo convierte en esclavo del pecado. Se entregó a él. Ahora el pecado configura su proceder.

Continuará…