domingo, 28 de enero de 2024

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 70° Parte

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 70° Parte

Continuación…

En Samaria fue necesaria la presencia de los apóstoles enviados a hacerlo para que quedase un registro visible para ellos como testigos ahora de que definitivamente Dios estaba incluyendo a los samaritanos en su plan y de esta manera mataba toda división o pugna existente entre ellos. De hecho la segunda gran iglesia que se levanta luego de Jerusalén es Samaria, aunque el evangelio se está esparciendo por muchos otros lugares por quienes huyen de la persecución.

Entonces no se está estableciendo doctrina acá referente a que el Espíritu debía impartirse sobre quienes tenían tiempo de haber creído, sino que hay un retenimiento justo de esa experiencia bautismal que lo ameritaba.

Sin querer añadir o resaltar cosas por hacerlo, no hubo lenguas aquí cuando imponían sus manos, ni sucedió lo de Pentecostés o al menos no se registra. Sin embargo no dudo que algo sobrenatural ocurrió en ellos para mostrar el testimonio de Dios de forma extraordinaria, tanto así que el mismo Simón el mago quien había creído con la predicación de Felipe, está perplejo por lo que le ocurría a los creyentes cuando recibían el Espíritu impartido por Pedro y Juan y quería pagar con dinero para -según él- tener el mismo poder de impartirlo por imposición de sus manos.

Inmediatamente después de esa gloriosa obra en Samaria, Felipe es llevado por el Espíritu a una región desierta en que se cruzaría en el camino de un Eunuco Etíope que era judío pues subía a Jerusalén a adorar y regresaba a su lugar. Este viene leyendo en las Escrituras el pasaje de Isaías donde habla del siervo sufriente del Señor pero requiere que alguien le explique (Hechos 8: 26 en adelante). Y allí está Felipe para hacerlo y para presentarle el evangelio el cual recibe y es bautizado en aguas. Por supuesto y aunque no lo dice textualmente el pasaje, el Eunuco creyó y por ello recibió vida del Espíritu Santo. Bautizarse en agua fue la firma de su parte al contrato que contrajo con el Señor, aquel en quien había creído.

Continuará…