Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 87° Parte
Continuación…
Soy de los que creo sin la mínima duda y sin equivocación alguna que, si alguien no toma el llamado del Señor, Dios definirá a otro que lo haga sin importar si es hombre o mujer porque ambos ante Dios son iguales.
En la genuina casa del Señor (la iglesia) todos y todas son de gran importancia y todos y todas funcionan según la designación del Espíritu para la buena dinámica de ella y el buen desarrollo de la obra. Es lo que veo con toda claridad en el Nuevo Testamento y es la forma que debería regirnos.
Ya solo comprender que en la verdadera casa del Señor (la iglesia de la Palabra) no existen las oficialidades de puestos gerenciales o de mando, eso ya nos soluciona el buen entender de todo cuanto plantea el Nuevo Testamento con respecto a la funcionalidad de todos los miembros (tanto hombres como mujeres) y que no hay por ninguna parte luchas de poder ni posiciones que ocupar para nada.
En la Palabra se resalta el valor del trabajo en la obra del Señor tanto de hombres como de mujeres, unos de ciertas formas y otros de otras, pero la realidad es que todas de vital importancia.
Se nos olvida que una sana función pastoral según el Nuevo Testamento nada tiene que ver con control, manejo, manipulación, estrellato, ni nada parecido; sino de cuido, enseñanza, guía, consejo, alimento, ánimo, exhortación, acompañamiento, ejemplo, etc... cosas que no necesariamente tienen aplicación exclusiva dentro de la comunidad de hermanos local sino que trascienden fuera de ella siendo ejercida tanto por el hombre como por la mujer, lo que es de gran provecho para el reino.
Observo por ejemplo hermosamente como Pablo recomienda a las viudas y a las ancianas a enseñar y aconsejar a las mujeres jóvenes para que estas aprendan de mejor manera a funcionar en sus hogares y dar testimonio de Cristo, y eso no es otra cosa que una labor pastoral neotestamentaria ejercida por hermanas en la casa del Señor. No se vería bien a un hombre haciendo eso, no convendría, pero la mujer calza perfecto.
Continuará…