Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 88° Parte
Continuación…
Vemos por ejemplo a la mamá y abuela de Timoteo enseñándole las Escrituras como buenas maestras para con él desde niño. Se trata de Pastoral familiar en una experiencia en que muy seguramente el hombre cabeza de hogar estaba ausente fuera por trabajo o porque había muerto.
Más no me cabe en la cabeza que una mujer se exponga a ser apedreada, golpeada y encarcelada como si se tratase de un malhechor por ir a lugares lejanos a abrir brecha y predicarles a gentes que no conocen de Dios o pasar hambre o peligros de ladrones en el camino como era común que se expusieran los apóstoles en sus jornadas y Dios mirando eso cruzado de brazos como si nada o como algo normal.
Con todo como que los hombres nos adaptamos mejor frente a esas situaciones y estamos dispuestos a afrontarlas y resistirlas.
El Señor nos llama a una labor complementaria tanto a hombres como mujeres en su obra, no competitiva. En todos y cada uno la operación del Espíritu es poderosa y verdadera.
Mire lo hermoso que se produjo posterior a la cruz y es que ahora todos (hombres y mujeres) en esta nueva etapa, somos real sacerdocio y un sacerdote es un ministro y servidor del Señor que recibe una cuota de la autoridad de Él para servir a sus hermanos; sacerdotes y sacerdotisas en Cristo que realizan una labor, una función, no nada de figuración, control, manipulación, uso, ni manejo de nadie.
Decir que la mujer está excluida, es no querer comprender tanta razón opuesta a ese desviado concepto que defienden muchos frente a toda la claridad que presenta la Palabra. Casi puedo decir que se percibe más como una rebeldía y carnalidad de esas personas y grupos disque eclesiales que se parecen a cualquier cosa menos a la casa del Señor.
Continuará…