domingo, 6 de julio de 2025

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. Parte 145

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. Parte 145

Continuación...

Recordemos que Jesús no era un hombre cualquiera, era el prototipo de hombre que tenía en Él la esencia Divina (sustancia) que le hacía hijo de Dios en este mundo, más no Dios. Esto jamás lo entendieron los judíos y parece que tampoco la religión por siglos. Nadie en ella hasta el día de hoy lo asimila.

Jesús al decir que era hijo de Dios, no estaba dando por sentado que se hacía a sí mismo Dios (cosa que le impugnaban los judíos según Juan 10: 36), pues nadie por decir que es hijo de su papá lo convierte automáticamente en su padre.

Los judíos no recordaban el hecho de que Adán era hijo de Dios por haber salido de Él y tenía su semilla (cosa que podían saber como lo concluyó y anota el científico (Doctor) e investigador y evangelista bíblico Lucas en su Tratado capítulo 3 verso 38); pero eso no lo hacía Dios, ni Dios pretendió nunca crear a un pequeño Dios humano cuando creó a Adán.

Aún con la esencia de Dios (su semilla), Adán había sido puesto en este mundo como ser humano y tenía todas las posibilidades de pecar, igual a Cristo.

Jesús tampoco es una forma de Dios disminuido aquí. Dios no puede ser disminuido porque entonces ya no sería Dios.

Tener y ser la sustancia de Dios, lo hace descendiente directo de Él como lo fue Adán y a la vez ser totalmente hombre como lo fue. La diferencia es que Adán decidió pecar y por ello se perdió la humanidad, pero este Jesús, aunque tenía toda la posibilidad de pecar como hombre que era, decidió no hacerlo y por ello rescató a los que habían pecado.

Esto es algo que tampoco comprenden los católicos que creen que Jesús no podía pecar. De ser así, era pérdida de tiempo tentarle. Pero Él estaba en un cuerpo capaz de pecar como todos nosotros. ¡Note qué maravilla! Poseer la esencia de Dios en él no le incapacitaba poder pecar.

Continuará…