domingo, 30 de abril de 2023

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 31° Parte

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 31° Parte

Continuación…

En el año 300, el Imperio Romano legó sus templos paganos al cristianismo para que los tomaran y asistieran a ellos para celebrar sus cultos a Dios. Los teólogos lo saben y lo reconocen. Es a partir del 300 y solo entonces que aparecen los primeros locales consagrados para las reuniones de cristianos, nos dice la historia.

Solo que desde entonces se intenta justificar desde las Escrituras porque por toda la historia, a Dios se le había ido a buscar a un lugar dedicado a Él. Y en algún momento les pareció fácil identificarlo con el nombre de “iglesia” porque allí se reunían los que así se habían llamado siempre. A partir de eso, todo sitio que se erigiera para que se reuniera la iglesia debía ser llamado igual para diferenciarlo de cualquier otro edificio que se erigiera para otros fines. Y así mismo se santificaba tales sitios impregnándoles el mote de santidad porque “le pertenecían” a Dios.

Sin embargo según la Palabra, la tenencia de un sitio o templo consagrado a Dios, no es válido para nadie fuera de los judíos. La costumbre de utilizarlos y erigirlos aparte de ellos fue paganismo puro.

Que los tengamos hoy no cambia su origen, nunca fue ordenanza del Señor ni mucho menos que lo llamemos iglesia porque eso no compete al Nuevo Testamento.

Así que ir a algo que llamen iglesia, no sale de la Biblia. Es más una tradición e imposición de hombres, que otra cosa.

Veredicto: El edificio o santuario cristiano llamado templo, iglesia, casa de Dios o cuanto nombre le pongamos, no es bíblico. No debemos insistir en ellos como hacen las religiones que no tienen la revelación bíblica. Reunirse en un lugar nunca será malo, el problema es la investidura que se le da a esos lugares, a lo que hay en ellos y a quienes sirven allí. Todo mentiras implantadas en las mentes de las gentes para manipularles. Cambiar la sencillez y efectividad de lo que recomienda la Palabra para priorizarlos, es el lamentable santificado error.

Continuará…