Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. Parte 101
Continuación…
Tanto así que la imagen preliminar que se forma en nuestra mente acerca de los ángeles cuando los mencionamos o leemos inclusive de ellos en las Escrituras, es que son seres luminosos de vestiduras blancas con sendas alas en sus espaldas. Algunos les colocan auras y argollas de santidad en sus cabezas. Pero nada más alejado de la verdad.
Créame que cuando dice la Palabra que satán se viste como ángel de luz, se reveló en la forma descrita a muchos y los ingenuos pensaron estar teniendo una experiencia celestial tragándose la mentira que les dijo.
De la misma forma sucede para quienes vieron fantasmas o espíritus a semejanza de personas que murieron y creyeron literalmente estar en contacto con ellas sin entender que realmente quienes se les aparecieron fueron demonios que se disfrazaron como aquellos que murieron. Y terminaron engañados.
Muchos piensan erróneamente que los bebés que mueren se convierten en angelitos con todo y alas y se van para el cielo a reforzar la población de ángeles y a tocar arpa.
Mentiras de la tradición y la religiosidad.
La biblia recalca la aparición de ángeles en algunas situaciones mínimamente esporádicas como seres luminosos (Mateo 28: 1 - 3), en otras ocasiones resplandeció luz antes de su aparición como en el caso de los ángeles y los pastores cuando el Señor nació o de Pedro en la cárcel y en otras más se vieron vestidos con vestiduras blancas. Sin embargo la mayoría de las veces se presentaron como personas comunes y corrientes al punto de que quienes los recibieron no notaron nada diferente.
Probablemente nos podemos haber encontrado con ellos o tenerlos de compañía en no pocas situaciones sin percatarnos de que eran ángeles. (Hebreos 13: 1).
Pero salvo por alguna visión que tuviese y describiera alguno de los profetas bíblicos en que ciertos seres celestiales lucieron alas, -lo que tampoco es descabellado-, los ángeles como tal, no las tienen.
Continuará…