Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. Parte 140
Continuación...
Si hasta teorías científicas que se aceptaron como verdades absolutas por mucho tiempo como la evolución hoy se ven entredicho por descubrimientos y análisis de más factores que no se trataron cuando se postularon, ¿cómo es posible que nosotros pensemos que no hay más que hablar sobre un tema o al menos no nos demos la oportunidad de considerar los planteamientos que se nos hacen?
Los evangélicos pero principalmente los católicos consideran indudablemente que Jesús es Dios pero, ¿acaso creerlo de otra forma es torcer la Palabra?
Debían de meditar que esa creencia fehaciente de que Jesús es Dios, lleva ineludiblemente a tener que aceptar que María es la madre de Dios como se proclama en la religión católica, pero los evangélicos jamás lo aceptarán. Es una consecuencia lógica.
Así mismo si Jesús es Dios, entonces él es hijo de sí mismo lo cual es una conclusión aberrante.
Al final se hace una maraña doctrinal que nadie entiende y se cree en lo que se cree a ciegas. Pero la Palabra de Dios nunca pretende tal cosa.
Permítame presentarle mi argumento y después quédese con el criterio que desee.
Lo primero que debemos comprender y es vital, es centrarnos en lo que sucedió en la eternidad pasada y definiría la voluntad eterna de Dios el Padre respecto a una raza que aún no había creado.
Dios inmola (sacrifica) desde la fundación del mundo al Cordero según nos dice la Escritura, y lo hace para proveer solución a un problema que todavía no existe. El pecado de la humanidad. Pero desde allí, aquel que desde la eternidad se dispondría para que en el futuro llegase a ser Emanuel (Dios con nosotros), Yeshúa (Jesús), Cristo (el ungido) y el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, no se conocería con ninguno de esos nombres en la eternidad pasada, sino solo como el Verbo. Es lo dicho por Juan el evangelista desde el inicio mismo de su evangelio.
Continuará…