Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. Parte 131
Continuación...
Es necesario padecer para ser perfeccionado, no hay otro camino.
Dios no nos evita estas cosas porque es lo mejor para nosotros. La fidelidad es el tesoro que se obtiene en medio de la tribulación, no está en otra parte.
Por ello cuando llega el dinero no nos mueve ni nos inmuta. Podemos manejarlo a él y no él a nosotros porque ya sabemos lo valioso no por información sino por experiencia.
Correr hacia las riquezas no es sabio, es verdaderamente un peligro. Curte nuestro corazón. No contamos con la capacidad porque no hemos sido procesados.
Se ha demostrado que los dineros obtenidos de forma abundante de un momento a otro no hacen más que empobrecer a quienes lo obtienen de esa forma porque los enloquece y al faltar, el estado subsiguiente es mucho peor que antes.
Así que sepamos confiar en Dios en todas las cosas, que tenerlo a Él es tenerlo todo, y no tenerlo es ser verdaderamente miserable.
Cuando hay necesidad, Dios usa personas y situaciones para proveer esas necesidades, y aprendemos a ser usados por Él cuando tenemos el recurso. Ese es el sentido bíblicamente hablando de cuando hay dinero.
Acapararlo en ninguna forma es funcional y esclaviza. De nuevo, el dinero es para usarse y para ponerse a trabajar, porque al guardarse, se pudre. De allí que el poder de las riquezas está más en la inteligencia que en algo místico como ya mencionamos o inclusive espiritualoide. Dios da la inteligencia al que la necesita dice la Palabra.
Veredicto: no crea a las mentiras y no se deje manipular por inescrupulosos que lo ven como mercancía.
Continuará…